jueves, 27 de octubre de 2016

Huertismo

Victoriano Huerta
40° Presidente de México
Fecha de gobierno: Del 19 de febrero de 1913 al 15 de julio de 1914.

Partido Político: Dictadura Militar

Lugar y fecha de nacimiento: 22 de diciembre de 1859 en Colotlán, Jalisco.

Lugar y fecha de fallecimiento: 13 de enero de 1916 en El Paso, Texas, Estados Unidos.
Al ser derrotado el porfiriato, Huerta se mantuvo leal en el ejército, del cual ya era un destacado miembro desde el Pofrifiato.
Combatió a los seguidores de Emiliano Zapata porque defendían los principios del Plan de Ayala y uno de los puntos principales fue devolver a los campesinos e indígenas las tierras que les habían sido arrebatadas durante la época del porfiriato. En dicho plan también desconocía el gobierno de Francisco I. Madero.

PLAN DE LA EMBAJADA
El Pacto de la Embajada tiene como contexto la Decena Trágica, que fue el periodo de poco más de diez días en el que un grupo de sublevados se levantaron en armas contra el gobierno de Francisco I. Madero. 
Este episodio culminó con el asesinato del presidente Madero y el vicepresidente Pino Suárez y la ascensión a la presidencia de Victoriano Huerta mediante el Pacto de la Embajada. 
Cuando Madero y Pino Suárez fueron hechos prisioneros, el embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, ofreció a Victoriano Huerta y a Félix Díaz (opositores de Madero) el edificio de la embajada norteamericana para que llegaran a acuerdos finales, en lo que se llamó el Pacto de la Embajada, firmado el 18 de febrero de 1913. 
En este pacto se desconocía al gobierno de Madero y se establecía que Huerta asumiría la presidencia provisional antes de 72 horas, con un gabinete integrado por reyistas y felicistas; que Félix Díaz no tendría ningún cargo para poder contender en las elecciones; que notificarían a los gobiernos extranjeros el cese del ejecutivo anterior y el fin de las hostilidades

Dicho pacto señalaba que Díaz ocuparía el puesto de la presidencia de México después del triunfo de la rebelión, sin embargo Victoriano Huerta pidió que lo dejaran gobernar de forma interina para tratar de pacificar a los maderistas mexicanos y a otros rebeldes que estuvieran en contra de Huerta y sus aliados.

Después de que Francisco I. Madero fue ejecutado junto con el vicepresidente José Ma. Pino Suárez, quien obtuvo el poder por 45 minutos fue Pedro Lascuráin pero inmediatamente después Victoriano Huerta asumió el poder como presidente interino en medio del caos y la problemática social y política del país el 19 de febrero de 1913.
Huerta instaló una dictadura militar, y lo que hizo como presidente fue lo siguiente:

- Prescindió del general Félix Díaz, uno de los que había sido sus aliados,

- Disolvió el Congreso de la Unión de México.

- Fueron asesinados varios diputados como Rendón, Domínguez y Gurrón;así como empleados públicos.

- Atacó los intereses norteamericanos al preferir a los británicos en las cuestiones del petróleo.

- Los problemas sociales, políticos y económicos provocaron que tuviera más rivales.

Victoriano Huerta estuvo en el poder en el corto periodo del 19 de febrero de 1913 al 15 de julio de 1914.Pensó que todo estaría bien en durante su gobierno, sin embargo Venustiano Carranza, quien era gobernador del estado de Coahuila desconoció su gobierno y formó el ejército constitucionalista, el cual derrotó al gobierno de Victoriano Huerta y finalmente renunció a la presidencia y entrego el puesto al licenciado Francisco S.Carvajal.

La derrota de Huerta y sus tropas.
El 23 de junio de 1914 tuvo lugar la toma de Zacatecas, batalla memorable de la Revolución mexicana, cuando la División del Norte, bajo las órdenes de Francisco Villa, propinó una derrota categórica a las tropas del usurpador Victoriano Huerta.
El 23 de junio de 1914 tuvo lugar la toma de Zacatecas, batalla memorable de la Revolución mexicana, cuando la División del Norte, bajo las órdenes de Francisco Villa, propinó una derrota categórica a las tropas del usurpador Victoriano Huerta; triunfo que despejó el camino para los revolucionarios. El ejército federal tenía el espinazo partido.
Días antes, el 15 de junio de 1914, sale de la ciudad de Torreón rumbo a Zacatecas la cabeza de la División del Norte. Eran cinco trenes cargados con artillería. Días después, en la estación La Calera (a 25 kilómetros de Zacatecas), montan el cuartel general y ahí Ángeles, Urbina y Villa elaboran el plan de operaciones.
Días antes, el 20 de junio, llega el general Antonio C. Olea a Zacatecas con refuerzos para sostener la plaza. Se mantienen ahí a cerca de 17,000 soldados. “Zacatecas representa todo para Victoriano Huerta”, dice Víctor Ceja Reyes en su libro Francisco Villa, el hombre.
En esta gesta destaca un hombre al que Huerta apodaba despectivamente El Napoleoncito. Nos referimos al general Felipe Ángeles, quien fue el cerebro de esta acción militar, cuando ya no bastaba con decirle a los artilleros que movieran “dos cuartas pa’ allá” y “cuatro dedos pa’ abajo”, mientras se mostraban las manos sobre el cañón con los dedos abiertos como dibujando en el horizonte. Villa, dueño de una inteligencia endemoniada, también lo sabía, por eso el general Felipe Ángeles dirigió la artillería.
Pero los huertistas han tenido tiempo de atrincherarse bien. Establecen sus baterías en el Cerro de la Bufa, en los cerros de La Sierpe, El Grillo, Los Clérigos y Loreto.
A las diez de la mañana del 23 se escucha el primer tiroteo. Se ha abierto la puerta del infierno. Villa con su caballería avanza por el lado derecho del teatro de operaciones, a un costado del cerro de Loreto, mientras el general Ángeles machaca las posiciones enemigas. Sus cañones, que han sido “emplazados entre Veta Grande y Zacatecas, estremecen el suelo”. Se trata de “una tempestad de disparos como seguramente no se había registrado antes en ningún lugar de la república”.
Al respecto, Ceja Reyes relata: la huída se generaliza, “por el camino a Guadalupe muchos soldados federales arrojan sus armas y los oficiales hacen lo mismo con espadas, pistolas; todo. Otros más se disfrazan de mujer para evitar la captura y el paredón...”
Después de nueve horas, todo indica que el usurpador ha sido derrotado. Felipe Ángeles le manda decir a Villa: “General, ya ganamos”. Esto, hace 100 años.

LA RENUNCIA DE PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
 Recabadas las renuncias de los miembros de su gabinete, el miércoles 15 de julio, y tras diecisiete meses de estancia en el poder, Victoriano Huerta presentó en el Congreso de la Unión su renuncia a la presidencia de la República.
Puesta a discusión, fue aprobada por mayoría de votos: 121 a favor y 17 en contra. Hubo un breve altercado en la cámara a causa de que el diputado Francisco Pascual García llamó la atención a varios diputados que se excusaron de votar. A continuación, hizo público que por ninguna razón se debía aceptar la renuncia de Huerta. A su juicio: razones las había de sobra. En forma retadora dijo que él no había sido partidario de la persona del general Huerta, pero sí de su dictadura, porque ésta representaba un principio, el del orden y la nacionalidad amenazada gravemente por los Estados Unidos. Enseguida calificó a los revolucionarios de traidores, de punta de lanza del poderío yanqui, y terminó afirmando que en México se había perdido «el amor a Dios, el amor a la patria», y que sólo quedaba el amor a la mujer, y éste envilecido por instintos bestiales y las bajas pasiones. Que por lo tanto, nada tenía de extraño que en tal situación, se perdiese el patriotismo, y se viniese «a votar en la cámara la renuncia del general Huerta, que representaba el principio del México independiente».

LA HUIDA
Al momento en que Huerta salía de la ciudad de México, Carranza se movía entre Monterrey y Coahuila, muy lejos de la capital de la República. De cualquier forma, a estas alturas, el PrimerJefe tenía dispersos a sus partidarios por el norte, centro y aún en el sur de la República. La razón: en forma casi milagrosa se había iniciado el clásico cambio de casaca entre el personal político y su rápida conversión en carrancistas. Si nuestra afirmación es correcta, sus partidarios situados entre la ciudad de México, Puerto México y el de Veracruz, estaban en condiciones de detener el convoy presidencial, aprehender a Huerta, y entregarlo al Primer Jefe; sobre ello no existe la menor duda. Pero nada de ello ocurrió. Las versiones sobre la salida de Huerta de la ciudad de México dejan entrever que se trató de una huída desesperada; en cambio, la prensa reporta varias versiones encerrando todas ellas graves contradicciones. Al observar paso de la caravana de automóviles, algunos vecinos salieron a los balcones de sus casas para agitar sus pañuelos en señal de despedida. Al llegar a la estación de Los Reyes, de la línea del Ferrocarril Interoceánico, los generales Victoriano Huerta, Aurelio Blanquet, Liborio Fuentes, Eugenio Paredes, Víctor Manuel Corral, Juan Vanegas; los coroneles Arturo Alvaradejo, José Delgado, José Posada Ortiz y Gabriel Huerta; los capitanes Fernández Guerra y Nájera, entre otros, dejaron los automóviles y abordaron el convoy presidencial que previamente había salido de la estación de San Lázaro. El citado convoy iba precedido de un tren explorador con tropas del 29 Regimiento. Aquí los fugitivos fueron despedidos por los generales Guillermo Rubio Navarrete, Javier de Moure, Juan A., Hernández, y otros más. De la estación Los Reyes, el convoy se dirigió al cruce de las líneas del Ferrocarril Mexicano y del Interoceánico, ubicado entre Irolo y Apizaco. Aquí los esperaba el tren militar que les serviría de escolta. Ya en la línea del Ferrocarril Mexicano cambiaron de tren y a la una y media de la mañana reanudó su marcha el convoy presidencial compuesto de ocho carros especiales, rumbo a Puerto México. Llevaba una escolta de 300 hombres del 29 Regimiento de Infantería y del Cuerpo de Guardias Presidenciales.
Asimismo se dijo que el convoy fue escoltado por alrededor de dos mil soldados del 29 Batallón. El tren pasó por Córdoba sin novedad, luego se dirigió a Santa Lucrecia, y de ahí a Puerto México. De cualquier forma, los fugitivos pasaron los días y las noches intranquilos temiendo un ataque de las fuerzas constitucionalistas, y sin saber a ciencia cierta si podían confiar entre ellos mismos. Las sospechas de una eventual traición se disiparon al llegar a Puerto México y reunirse con sus familias.

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